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año 66 de la era ibañez

francisco ibáñez (i/2013) - revista esquire


(Dibujante, 76, Barcelona)

Texto Oriol Rodríguez / Foto Mariano Herrera



- Para mí siempre han sido tebeos, no cómics.

- Publiqué por primera vez a los siete años. Fue en una revista que se llamaba Chicos. Ver ilustrada la cara de aquel indio que había dibujado fue una maravilla. Eran tiempos difíciles pero, más que ganar dinero, mi principal ilusión era ver mi trabajo publicado. Eso sí, si al editor primero le preguntaba 'cuándo'; con el tiempo le acabé preguntando 'cuánto'.

- Soy mal dibujante, esa es la verdad, pero los guiones se me dan bastante bien. Ésa ha sido mi salvación. Puedes hacer un dibujo que sea una maravilla, pero si la historia es un plomo, aquello se irá a hacer puñetas ya seas El Greco, Murillo o Velázquez. La gente lo que quiere con los tebeos es poder reir, como yo digo, de barriga para adentro.

- Los superhombres cachas con una espada flamígera ya no funcionan. Hoy en día un héroe no es un tipo hercúleo, sino un retaco feo que trabaja en una oficina de la ONU y a su vez es espía.

- Debajo de mi casa había un quiosco. Cansado de que le entraran a robar, aquel pobre hombre nos pidió si por las noches le podíamos guardar en nuestra casa las revistas, tebeos y novelillas que vendía. Imagínate la fiesta que era para mí cuando cerraba el negocio y subía todos aquellos cajones repletos con las últimas publicaciones. Me volvía completamente loco. Ésa fue mi entrada en el mundo de las historietas.

- Yo no trabajé en un banco, estuve en un banco. Entré de botones y luego ascendí a lo que pomposamente llamábamos auxiliar administrativo. Me pasaba todo el día dibujando en un papel que escondía bajo los libros de contabilidad, hasta que empecé a generar un poco de dinero con mis historietas. Ingresos que acabaron igualando o sobrepasando mi sueldo en el banco. Nunca vi a aquella gente tan contenta como el día en que les dije que me marchaba. Luego, en casa, cuando expliqué que me iba a dedicar a los tebeos, sentó peor que si hubiera dicho que me había hecho corista.

- Cuando era muy chiquito, en la esquina de la hoja de un periódico (porque aquella era una época en la que no había ni papel), dibujé un ratoncito. A mi padre le hizo tanta gracia que lo llevó guardado en su cartera hasta el día que murió.
 

 

- El tebeo es el primer paso hacia la alta literatura. Gracias a las historietas muchos hemos perdido el miedo a esos bichitos negros que se llaman letras.

- Si hablamos de tebeos, siempre he sido un devoto de la escuela franco-belga y, de entre todos ellos, de René Goscinny, el guionista de Astérix y Obélix y Lucky Luke. ¡Que bueno era aquel tipo!

- Bruguera era una editorial en la que se trabajaba a un ritmo brutal. Llegó un momento en que se editaban tantas revistas que nos hacíamos la guerra a nosotros mismos para indirectamente acabar con loa competencia. De aquellos años guardo muy buenos recuerdos como la gente maravillosa con la que coincidí; y otros que no lo eran tanto. Ya podías romperte los cuernos para crear un presonaje magnífico, que todo acababa siendo propiedad del editor: primero tus dibujos, pero si te descuidabas también tu perro y tu mujer.

- Vázquez era un tipo con una gracia tremenda y una facilidad para el dibujo espantosa. Sin duda alguna, era el número uno. Sólo tenía una cosa en contra: no le gustaba trabajar.

- Si producir cinco o seis páginas a la semana era el ritmo habitual, diez una heroicidad y quince una locura, yo he llegado a entregar veinte. Eso sí, trabajando día y noche, sin fines de semana ni vacaciones. El problema era que en la editorial se acababan acostumbrando y me pedían más, y si no lo hacía pensaban que estaba currando a escondidas para la competencia.

- Tengo 76 años y sigo trabajando. La gente me pregunta qué haré cuando me jubile, y siempre contesto que cogeré los papeles, la mesa y el taburete y les prenderé fuego, pero no sé si llegaré a retirarme. Tal vez por ello mis historietas hacen gracia a todo el mundo menos a mi mujer. Mientras el cuerpo aguante, ahí estaré.

- Lo difícil no es crear al personaje, eso es muy fácil, lo complicado es darle vida. Por eso el personaje perfecto para una historieta es, pongamos por caso, Juan Fernández, un tipo anónimo que te permite jugar con él y hacer cuanto se te pase por la cabeza.

- Mortadelo tiene 55 años. Por desgracia, junto a Súper López, es el único personaje que resta vivo de todos los creados por los dibujantes de mi generación. Creo que el secreto de su longevidad está en que ha sabido adaptarse a la actualidad. Y es que, aunque nunca he pretendido hacer política con mi obra, a través de Mortadelo y Filemón podría montarse una parte de la historia de España. Todo lo que ha ocurrido en este país durante el último medio siglo se ha visto reflejado en sus páginas.

- Muchos se preguntaban qué pasaba con aquellos dos tipos calvorotas que siempre estaban juntos, si compartían techo o no y otro tipo de cosas. Para que se supiera más de la intimidad de Mortadelo y Filemón publiqué la historieta Su vida privada. Si tenéis curiosidad por el tema, ahí lo descubriréis todo.

- He disfrazado a Mortadelo de absolutamente todo, y aunque siempre salen cosas nuevas, cada vez resulta más difícil encontrarle un traje original. Cuando eso pasa, cojo la enciclopedia, le echo una ojeada, y con suerte doy con algo diferente. Aún así, debo reconocer que de los miles de disfraces que le he fabricado, he repetido alguno.

- Cafre, cefalópodo y merluzo... Sí, el vocabulario de Mortadelo y Filemón es singular. Me gusta echar mano del diccionario de sinónimos y buscar vocablos curiosos.

- '13, Rue del Percebe' fue una historieta que también tuvo mucho éxito. Suponía mucho trabajo, porque lo que en otros tebeos podías explicar en diez páginas, aquí lo tenías que hacer en una. Aún hoy su influencia se puede ver en diversas series de televisión, aunque los hay que no lo reconocen y dicen que no tiene nada que ver.




- 'Mortadelo y Filemón, Agencia de Información'; El botones Sacarino, de El Aullido Vespertino; Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio; Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo... Cierto, siempre he sido propenso a las coletillas. Esto es influencia de lo que yo llamo celuloide rancio. Aquellas películas mudas en las que había un comentarista que iba soltando ocurrencias sobre lo que veía, como por ejemplo: "Y Jaimito, muy ufano, a su novia mete mano". Como aquello hacía gracia a la gente, lo copié.

- A diferencia de Pepe Gotera y Otilio o de Mortadelo y Filemón, Rompetechos es un personaje que siempre ha ido por libre, sin pareja. Tal vez por ello es mi favorito. Además de ser un contrahecho, chiquitajo y miope reflejo de su creador, un dibujante al que le quitas las gafas y tienes que llevarle de la mano.

- No sé de dónde ha salido la inspiración para hacer tantas historietas. Siempre he dicho que si un día me siento y no sale nada, no pasa nada, pero si al siguiente me vuelve a suceder, cojo los bártulos y lo dejo. Afortunadamente, ese día aún no ha llegado.

- Antes bajabas las Ramblas y los quioscos estaban repletos de todo tipo de historietas: neorrealistas, de superhéroes, cómicas... Ahora, si consigues das con un quiosco, tan sólo encontrarás revistas que sacan en la portada a la capitana "Rociito" o a la "Súper Esteban". Una lástima.

- Mis hijos me regalaron un ordenador y lo acabé metiendo dentro de un armario. Soy un desastre con las nuevas tecnologías. Hace poco le quise poner una película en DVD a mi nieto. No me entendí con aquel cacharro y lo tuvo que acabar haciendo él.

- Sigo exactamente igual que siempre. Tal vez produzco menos, pero no por falta de ideas ni porque me tumbe a dormir la siesta, sino porque, como es lógico, las habilidades van menguando. ¿Cómo se combate esto? Trabajando las mismas horas o más.

- No me llevaré a mis personajes conmigo a la hoguera. Cuando muera me gustaría que otro siguiera con mi trabajo. Aunque si bien hay dibujantes que pueden hacer la parte gráfica a las mil maravillas, el tema de las historias me preocupa más. Que alguien mantenga el espíritu original de la obra será difícil. Hay un montón de tipos simpatiquísimos con mucha gracia, pero cuando se encuentran delante de una página en blanco no saben qué escribir.

- Cuando empiezas siempre sueñas con ganar el Nobel y el Pulitzer. Luego te das cuenta de que los tiros no van por ahí, y que no hay mayor premio que ir por el país, de norte a sur, de este a oeste, y encontrarte con cien, doscientas o trescientas personas, desde chiquitos a abuelos, con uno de tus tebeos bajo el brazo esperando para que se lo firmes.

- Para hacer este trabajo has de mantener cierto espíritu de crío, si no, no salen las cosas. Por suerte, cuanto más mayor te haces más niño te sientes.

 

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